Este destino, fue el inicio de muchas travesías y expediciones españolas hacia el pacífico norte y rumbo a las Filipinas y me atrevería a decir que hay tanta magia, que podría perfectamente ser uno de esos secretos mexicanos mejor guardados para el mundo y es que no es para menos, pues alberga aguas cristalinas, atardeceres perfectamente románticos y gastronomía catalogada como patrimonio del país.
Este rincón del planeta cuenta con todo tipo de entretenimiento para todos los gustos y turistas; inclusive para los religiosos, pues alberga un cristo con los brazos caídos, conocido en toda la zona como el cristo que detiene los huracanes y es visitado por personas de todo México y el mundo, ya que se dice que protegió a la región de un fuerte huracán que estaba azotando hace algunos años esa región y que sino hubiera sido por un milagro, hubiera arrasado con la ciudad y acabado con muchas vidas, pero gracias a las plegarias del pueblo el cristo dejó caer sus brazos y la tormenta terminó.
Para los caminantes, amantes de explorar el destino y conocer los lugareños es imperdible realizar una caminata por el malecón de Barra de Navidad en donde encontrarán restaurantes típicos, monumentos y arte, tiendas de artesanías y suvenires para luego contemplar un atardecer impresionante mientras se termina el día.
Pero si hay algo despampanante de este destino es el color cristalino de sus aguas y lo increíble es que puedes caminar miles de kilómetros sin sumergirte pues el nivel del mar es muy bajito e ideal para practicar kayak, paddleboarding y hasta snorkel. Además, puedes rentar los equipos si te estás hospedando en el Grand Isla de Navidad Resort o también visitar la Playa Coastecomate y tomar alguna excursión o clase con Pacific Adventures, quienes también ofrecen servicio a las personas discapacitadas y cuentan con todo el equipo e infraestructura necesaria para permitirles disfrutar de una experiencia única en medio de grutas y playas vírgenes practicando alguna actividad acuática al igual que cualquier otro cliente.
No hace falta visitar tierras italianas o europeas para pasear en una embarcación o yate por un canal, el cual pueden tomar desde el Hotel Cabo Blanco todos los huéspedes para contemplar contrastes de construcciones, ruinas antiguas de barcos encallados y hasta visitar un restaurante tradicional de exquisitos mariscos y platillos estrellas como las empanadas de camarón con queso del Restaurante Marys; un gusto culposo al paladar imperdible y lo digo enserio.
Pero estoy seguro que, entre albercas con toboganes y jacuzzis, spa y muchísimos kilómetros para caminar por una isla exclusiva en medio del mar y palmeras al estilo Bahamas, vivirán experiencias inolvidables en medio del lujo y de un verdadero paraíso dentro del Océano Pacífico.
Escrito por Caesar Ferreira